y además para qué la eternidad si no podré recordarte. si ya no sabré tu nombre si ya el amor no existe pues no hay una conciencia que te piense y me piense.
para qué quiero la eternidad cuando sólo sea algo que no soy ahora si las manos los labios todo será polvo y no albergarán de tí nada.
Poeta peruano nacido en Santiago de Chuco en 1892.La mezcla de su sangre india y gallega produjo en él un resultado exorbitante, le infundió una inquietud agónica y creó en su espíritu la típica psicología del fugitivo.Su vida, por eso, fue una muerte lenta, que él sentía caminarle por las venas hasta el punto de presentirla prematuramente. Para escapar a las persecuciones de que fue víctima en el Perú, real o imaginariamente, se marchó a Europa, recorriendo Francia, Rusia y España, en un esfuerzo inaudito por sobrevivir.Publicó en 1918 «Los Heraldos Negros» y «Trilce» en 1922. «España, aparta de mí este cáliz» y «Poemas Humanos» , fueron publicados en 1939, después de su muerte.Después de una vida de estrecheces económicas y tras una larga enfermedad, murió en Paris en 1938.
LOS HERALDOS NEGROS
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé! Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte. Serán tal vez los potros de bárbaros atilas; o lo heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma, de alguna fe adorable que el Destino blasfema. Esos golpes sangrientos son las crepitaciones de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada; vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Wallace Stevens dice:”un poema no precisa tener un significado y, como la mayoría de las formas de la naturaleza, muchas veces carece de él”.
Que el poema no tenga un significado preciso, o que no pueda reducirse a una significación conceptual, no quiere decir que carezca de sentido. El poema transporta un peso, “un aura sensorial”, una flexibilidad rítmica, sonora, capaz de producir en el lector un vivo placer. No hay que olvidar que la palabra en el poema tiene otro modo de comportarse, de respirar, sugerir. En el poema la palabra es un material viviente, es porosa, grávida, subrepticia.
Duele respirar cada bocanada de aire se expande abre las paredes interiores recorre zonas oscuras y sale.
Cuando se desparrama duele no como agujas no como martillasos
El aire presiona presiona sobre los huesos sobre la carne en ellos busca separarlos y duele.
Cómo algo tan liviano puede pesar tanto
cada movimiento de la respiración es una lucha ingresa y sale con dolor presionando separando por eso respirar cuesta por eso duele
Por no sentir dolor quisiera no respirar pero al final respiro porque el ahogo es peor que el dolor del aire ingresando presionando inflamando doliendo saliendo viviendo
Poeta, antropólogo y ensayista argentino, nacido en Avellaneda, provincia de Buenos Aires. Obtuvo la licenciatura en Sociología en 1982, año en que decidió trasladarse a Brasil. Fijó su residencia en São Paulo e hizo el doctorado en Antropología Social en la Universidad de Campinas, donde fue nombrado profesor en 1985. Fue, además, militante trotskista y del Frente de Liberación Homosexual. Su obra poética incluye Austria-Hungría (1980); Alambres (1987), Premio Boris Vian de Literatura Argentina; Hule (1989); Parque Lezama (1990), Aguas aéreas (1990), todos ellos publicados en Buenos Aires; y El chorreo de las iluminaciones (1992), en Caracas. En los ensayos trató temas polémicos como la Guerra de las Malvinas; la figura de Evita; los desaparecidos durante la dictadura militar argentina (1976-1983); O contrato da prostituição masculina, publicado en los Arquivos brasileiros de psicologia (Río de Janeiro, 1985); y El deseo de pie, apéndice al libro Manual do pedólatra amador, de Glauco Mattoso (São Paulo, 1986). De 1988 es el estudio El fantasma del Sida. En Brasil publicó también el ensayo O negócio do michê. Prostituição viril em São Paulo (1987), libro que reproduce la tesis de doctorado defendida por Perlongher en la Universidad de Campinas y que fue traducido en Buenos Aires (1999) con el título El negocio del deseo. La prostitución masculina en San Pablo. Según Peter Fry, la obra es un tratado sobre los márgenes sociales y tiene el valor de una provocación, porque hace que el lector ponga en entredicho los lugares comunes sobre el llamado "centro" de la sociedad. De 1991 es la antología Caribe transplatino. Poesía neobarroca cubana y rioplatense (São Paulo: Iluminaciones), dedicada a Haroldo de Campos, cuya obra Galáxias -según Perlongher- "se orienta en el sentido de un creciente barroquismo".
una bella nota sobre su compromiso político en SOY
Poeta austriaco nacido en Salzburgo en el seno de una familia burguesa. Estudió la carrera de Farmacia y vivió siempre en su ciudad natal y Viena. Sus mejores poemas aparecieron por primera vez en la revista Der Brenner. Su estilo es abrupto y violento y su obra poética es breve pero de una rara densidad, en ella une la nostalgia de la ternura y el presentimiento del fin del mundo occidental. Su obra poética, influenciada por Rimbaud, se compone de tres obras, Gedichte (1914), Sebastian in Traum (1915) y Die Dichtungen (1919). En 1914 a consecuencia de la guerra es movilizado dentro de los servicios sanitarios y asiste a la batalla de Grodek. Quedó tan horrorizado de esa experiencia que se suicidó la noche del 4 de Noviembre de 1914, con una sobredosis de cocaína
Martín Heidegger escribe un texto: El Habla del poema, dilucidación de la poesía de Georg Trakl, en el que dice que todo gran poeta poetiza sólo desde un único Poema. La grandeza se mide por la amplitud con que se afianza a este único Poema y por hasta qué punto es capaz de mantener puro en él su decir poético.
PRIMAVERA DEL ALMA
Grito en el sueño,
por calles oscuras avanza el viento,
del ramaje aflora el azul primaveral,
el rocío púrpura de la noche adviene
y alrededor se apagan las estrellas.
Verde amanece el río, plateados son los paseos antiguos
y las torres de la ciudad. Ah, la suave embriaguez
de la barca que se desliza y el oscuro cantar del mirlo
en jardines de la infancia. Ya se aclara el rosado velo.
Las aguas murmuran ceremoniosas.
Ah, las húmedas sombras de la pradera,
el animal que avanza; intenso verdor,
los ramajes floridos tocan la frente cristalina;
vívido balanceo de la barca.
El sol murmura sobre las nubes rosadas de la colina.
Grande es el silencio de los abetos,
las graves sombras en el río.
¡Pureza!¡Pureza!
¿Dónde están las terribles veredas de la muerte,
del gris silencio pétreo, las rocas nocturnas
y las inquietas sombras? Radiante abismo del sol.
Hermana, cuando te encontré
en el claro solitario del bosque
era mediodía y vasto el silencio del animal;
blanca estabas bajo una encina silvestre
y florecía plateado el espino.
Poderosa la muerte y la llama que canta en el corazón.
Oscuras aguas rodean el juego de los peces.
Hora de la desolación, silenciosa vista del sol.
Es un ser extraño el alma en la tierra.
Sagradamente anochece el azul sobre el bosque abatido
y repica una sombría campana en la aldea;
compañía apacible.
Sobre los pálidos párpados del muerto
florece el mirto silencioso.
Suaves suenan las aguas al declinar la tarde
y en la orilla verdea con intensidad la hierba,
fulgor en el viento rosado;
el dulce canto del hermano en la colina crepuscular.
Versión de Helmut Pfeiffer
GRODEK
Traducción de José Luis Arántegui
De atardecida suenan los bosques otoñales
de armas mortales, las praderas doradas
y los lagos azulados, el sol sobre todo
se ahonda en sombras: la noche abraza
a guerreros moribundos, el quejido fiero
de sus bocas destrozadas.
Pero callada en el fondo de los prados,
roja nubareda que habita un dios de ira, se congrega
la sangre derramada, frío de luna;
todos los caminos desembocan en negra podredumbre.
Bajo doradas enramadas de la noche y las estrellas
por el soto silencioso va la sombra de la hermana dando tumbos,
saluda a los espectros de los héroes, las cabezas que aún sangran,
y quedas suenan en el juncal las flautas oscuras del otoño.
¡Tristeza orgullosa! ¡Altares de acero!
Alimenta hoy la llama ardiente del espíritu un dolor violento
de nietos no nacidos.
Hugo Mujica dice: "El poema muestra la mirada, no lo mirado; hace sonar la música, no el instrumento. Dice la palabra que no nombra otra cosa, que se dice ella misma como palabra: no la dice, la deja decirse dándole su voz para que en esa voz se diga la poesía: la palabra diciéndose palabra." Esa mirada, no lo miradopodemos observarlo en Grodek donde "todos los caminos conducen a la negra podredumbre", no hay forma de escapar al horror, ya no la hay. Después de contemplar el desastre de la guerra, esa deshumanización e intemperie que lo coloca en un tiempo límitetambién lo arrincona en un futuro que no es. El ser queda devastado. Lo poco de humanidad que queda se le escapa entre los dedos, se extravía y no existe retorno mas que el envilecimiento, la pérdida de su propia alma, la cual no esta dispuesto a entregar frente a los altares de acero.
"ella no puede marchitarse, tu ventura no alcanzas, pero siempre amarás y serás siempre hermosa" John Keats
Una rosa hecha de tinta apenas si es una rosa.Los trazos presagian su contorno, su color y nombre que se desprenden de la cifra. No es lo que dice ser sino lo que intenta y en el acto en que las manos, como un Dios, construyen su forma, borran su esencia para perder por siempre lo que es. Su imagen
Dice Juan José Saer sobre Juanele: "La autonomía de Juan no ha sido unicamente en hecho artístico, sino también un estilo de vida, una preparación interna al trabajo poético, una moral." Juan Laurentino Ortiz nació en Puerto Ruiz, Entre Ríos, y paso toda su vida ahí. Ésto parece un dato menor, sin embargo, puesto en contexto, Juan permaneció alejado de las modas, del centro cultural aglutinante de Buenos Aires, que sedujo a tantos poetas, escritores y pintores que la transitaron. Su poética no se somete a la leyes que dicta el orfebre de la cultura, sino que se rige y erige por leyes propias, internas, una mirada que no se inunda del paisaje hidríco de la provicincia, se constituye en la lectura, en el universo del lenguaje. Si el paisaje que puebla los poemas fuera un reflejo directo de la realidad, entonces estaríamos en presencia de un foto - cronista de la región, nada más alejado de esta idea. Podríamos pensar que la poética, el idioma de los poemas de Juanele construyen el alma del río, no su representación, el yo poético se sustancia en la metafísica de un habla que le es propia a la poética.
Fuí al río, y lo sentía cerca de mí, enfrente de mí. Las ramas tenían voces que no llegaban hasta mí. La corriente decía cosas que no entendía. me angustiaba casi. Quería comprenderlo. Sentir qué el cielo vago y pálido en él con sus primeras sílabas alargadas pero no podía.
Regresaba - ¿Era yo el que regresaba? - en la angustía vaga de sentirme solo entre las cosas últimas y secretas. De pronto sentí el río en mí, corría en mí con sus orillas trémulas de señas, con sus hondos reflejos apenas estrellados. Corría el río en mí con sus ramajes.
Era yo un río en el anochecer,
y suspiraban en mí los árboles, y el sendero y las hierbas se apagaban en mí. Me atravesaba un río!
El Ángel inclinado ( 1937), en O. C., Universidad nacional del Litoral, 2da edición, 2005
El contorno de la mano que da nombre y origen, proyecta en la maculada hoja un trazo.
Se expande en horizontal.
La imagen de una mano deja ver su trazo elíptico, una parábola, con olor a paraíso y en el centro, el claro de un abra. La luz amarillenta ocupa el centro mismo que resplandece e invade el contorno, los trazos y la hoja misma.
¿Se expande en horizontal?
Ahora sólo cae, desprendido del cielo y la mano en un vertical sin fondo, hacia una nada en que se consume y proyecta su extinción.
El poeta no tiene otra alternativa que inventar o crear otros mundos. La poesía crea realidad, no ficción. Afirmo que la poesía es realidad, y para mí es la mayor realidad posible porque es la que cobra conciencia real de la infinitud.
Mi pensamiento ha creado Otra forma de pensar para pensarte. La ha creado sin mí, Como si una sombra se inventara otro cuerpo.
Y ahora encuentro contactos De suavidad creciente Entre mis pensamientos Que antes no se tocaban.
Ahora encuentro Que mi pensar es casi como un cuerpo.
Roberto Juarroz
La obra de Roberto Juarroz tiene un único nombre: Poesía Vertical. Esta elección constituye un cuerpo único de una escritura que arma, indisoluble, una lengua propia. En ella, la realidad, construida palabra a palabra, debe extrañarse para poder ser. Sin embargo no se cierra ni se encierra, avanza en una búsqueda que desnuda la propia opacidad. “Mis ojos buscan eso/ que nos hace sacarnos los zapatos/ para ver si hay algo más sosteniéndonos debajo/ o inventar un pájaro/ para averiguar si existe el aire/ o crear un mundo/ para saber si hay dios/ o ponernos el sombrero/ para comprobar que existimos” Los silencios intrínsecos a cada blanco se forman en la musicalidad de los versos, que chocan contra un creador que parece no oír, y entonces lo inventamos, porque no hay modo de alcanzarlo. Pero también está el cruce entre esa música, la de la voz que se enfrenta a la sequedad de la palabra, y es ahí donde se busca la comunión. Aquello que no es arbitrario, sino la esperanza que sea una. Voz y cuerpo, pensamiento y palabra, porque ir hacia arriba no es nada más que un poco más corto o un poco más largo que ir hacia abajo. Ese es el espacio, vertical como un poema, en que transita esta espera, la de la lectura. La lectura en voz alta del poema que unan, por fin, voz y palabra.
Llegará un día En el cual no habrá que empujar los vidrios para que caigan, Ni martillar los clavos para que sostengan, Ni pisar las piedras para que se callen, Ni beber el rostro de las mujeres para que sonrían.
Empezará la gran unión. Hasta Dios aprenderá a hablar Y el aire y la luz Entrarán en su cueva de miedosas eternidades.
Entonces ya no habrá diferencia entre tus ojos y tu vientre, Ni entre mis palabras y mi voz. Las piedras serán como tus senos Y yo haré mis versos con las manos, Para que nadie pueda ya confundirse.
“Yo nombro contigo la vigilia y el viaje y el muelle reinventado y el cielo sin las horas y el largo error y la hierba del río.”
EDGAR BAYLEY
De “poeta en la ciudad”
Una línea se recorta sobre la mancha verde de la parra. Una línea vertical. Y, por detrás, aparece una cuadrícula; roja, de líneas horizontales, blanca, de verticales. En uno de los pequeños cuadros la mancha verde no es hoja, sólo es eso, irreconocible. Una mancha bañada de luz que en uno de sus lados, del oeste crepuscular, torna amarillento su verdor. Se dice hoja y no mancha porque en el cuadro, simplemente allí, es sólo eso. Vuelta a la realidad se une a las demás hojas y continua en parra.
Las enanas blancas se caracterizan por tener una débil luminosidad y un radio muy pequeño; el radio, en realidad, es comparable al de uno de los mayores planetas, Saturno. Acausa de ese radio tan pequeño, la densidad a que se aglomera la materia en el interior de una enana blanca es extremadamente elevada, tan elevada que no puede compararse a nada conocido sobre la Tierra. Una enana blanca célebre es Pup, el compañero d Sirius. La materia en su centro es tan densa que una simple caja de fósforos pesaría varias toneladas. Es evidente que las enanas blancas son estrellas que han alcanzado el final de su evolución.
Cansado del amargo reposo en que mi pereza ofende una gloria por la que otrora escapé de la infancia adorable de los bosques de rosas bajo el azur natural, y siete veces más cansado del duro pacto de excavar cada víspera una nueva fosa en el terreno avaro y yerto de mi cerebro sepulturero sin misericordia para la esterilidad -¿qué he de decir a esta Aurora, o Sueños, visitado por las rosas cuando, por temor a sus rosas lívidas, el vasto cementerio una los hoyos vacíos?
Quiero abandonar el Arte voraz de un país cruel, y, sonriendo a los reproches envejecidos que me hacen mis amigos, el pasado, el genio, y mi lámpara que sin embargo conoce mi agonía, imitar al chino de corazón límpido y fino de quien el éxtasis puro es pintar el fin, en sus tazas de nieve a la luna arrebatada, de una extraña flor que perfuma su vida transparente, la flor que ha olido, niño, en la filigrana azul del alma que se injerta.
Y, la muerte tal como el único sueño del prudente, sereno escogeré un joven paisaje que pintaré aún en las tazas, distraído. Una línea pálida y delgada de azur sería un lago en medio del cielo de porcelana desnuda, una clara media luna perdida por una blanca nube empapa su cuerno sereno en el cristal de las aguas, no lejos de tres grandes pestañas de esmeralda, cañas.