sábado, 20 de septiembre de 2008

*** El Habla en el Poema ***


GEORGE TRAKL

Poeta austriaco nacido en Salzburgo en el seno de una familia burguesa. Estudió la carrera de Farmacia y vivió siempre en su ciudad natal y Viena. Sus mejores poemas aparecieron por primera vez en la revista Der Brenner. Su estilo es abrupto y violento y su obra poética es breve pero de una rara densidad, en ella une la nostalgia de la ternura y el presentimiento del fin del mundo occidental. Su obra poética, influenciada por Rimbaud, se compone de tres obras, Gedichte (1914), Sebastian in Traum (1915) y Die Dichtungen (1919). En 1914 a consecuencia de la guerra es movilizado dentro de los servicios sanitarios y asiste a la batalla de Grodek. Quedó tan horrorizado de esa experiencia que se suicidó la noche del 4 de Noviembre de 1914, con una sobredosis de cocaína

Martín Heidegger escribe un texto: El Habla del poema, dilucidación de la poesía de Georg Trakl, en el que dice que todo gran poeta poetiza sólo desde un único Poema. La grandeza se mide por la amplitud con que se afianza a este único Poema y por hasta qué punto es capaz de mantener puro en él su decir poético.



PRIMAVERA DEL ALMA


Grito en el sueño,

por calles oscuras avanza el viento,

del ramaje aflora el azul primaveral,

el rocío púrpura de la noche adviene

y alrededor se apagan las estrellas.

Verde amanece el río, plateados son los paseos antiguos

y las torres de la ciudad. Ah, la suave embriaguez

de la barca que se desliza y el oscuro cantar del mirlo

en jardines de la infancia. Ya se aclara el rosado velo.


Las aguas murmuran ceremoniosas.

Ah, las húmedas sombras de la pradera,

el animal que avanza; intenso verdor,

los ramajes floridos tocan la frente cristalina;

vívido balanceo de la barca.

El sol murmura sobre las nubes rosadas de la colina.

Grande es el silencio de los abetos,

las graves sombras en el río.


¡Pureza! ¡Pureza!

¿Dónde están las terribles veredas de la muerte,

del gris silencio pétreo, las rocas nocturnas

y las inquietas sombras? Radiante abismo del sol.

Hermana, cuando te encontré

en el claro solitario del bosque

era mediodía y vasto el silencio del animal;

blanca estabas bajo una encina silvestre

y florecía plateado el espino.

Poderosa la muerte y la llama que canta en el corazón.


Oscuras aguas rodean el juego de los peces.

Hora de la desolación, silenciosa vista del sol.

Es un ser extraño el alma en la tierra.

Sagradamente anochece el azul sobre el bosque abatido

y repica una sombría campana en la aldea;

compañía apacible.

Sobre los pálidos párpados del muerto

florece el mirto silencioso.


Suaves suenan las aguas al declinar la tarde

y en la orilla verdea con intensidad la hierba,

fulgor en el viento rosado;

el dulce canto del hermano en la colina crepuscular.


Versión de Helmut Pfeiffer





GRODEK


Traducción de José Luis Arántegui



De atardecida suenan los bosques otoñales

de armas mortales, las praderas doradas

y los lagos azulados, el sol sobre todo

se ahonda en sombras: la noche abraza

a guerreros moribundos, el quejido fiero

de sus bocas destrozadas.


Pero callada en el fondo de los prados,

roja nubareda que habita un dios de ira, se congrega

la sangre derramada, frío de luna;

todos los caminos desembocan en negra podredumbre.


Bajo doradas enramadas de la noche y las estrellas

por el soto silencioso va la sombra de la hermana dando tumbos,

saluda a los espectros de los héroes, las cabezas que aún sangran,

y quedas suenan en el juncal las flautas oscuras del otoño.


¡Tristeza orgullosa! ¡Altares de acero!

Alimenta hoy la llama ardiente del espíritu un dolor violento

de nietos no nacidos.





Hugo Mujica dice: "El poema muestra la mirada, no lo mirado; hace sonar la música, no el instrumento. Dice la palabra que no nombra otra cosa, que se dice ella misma como palabra: no la dice, la deja decirse dándole su voz para que en esa voz se diga la poesía: la palabra diciéndose palabra."

Esa mirada, no lo mirado podemos observarlo en Grodek donde "todos los caminos conducen a la negra podredumbre", no hay forma de escapar al horror, ya no la hay. Después de contemplar el desastre de la guerra, esa deshumanización e intemperie que lo coloca en un tiempo límite también lo arrincona en un futuro que no es. El ser queda devastado. Lo poco de humanidad que queda se le escapa entre los dedos, se extravía y no existe retorno mas que el envilecimiento, la pérdida de su propia alma, la cual no esta dispuesto a entregar frente a los altares de acero.

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